PORQUE A VECES EL PERIODISMO SE ROZA CON LA HISTORIA

viernes, 27 de noviembre de 2015

La historia los reinvindicará (IV de X)

“El gocho pa’l 88”
A Carlos Andrés Pérez lo vi por primera vez siendo candidato presidencial en 1973. Era ese CAP enérgico, súper dinámico, que atraía a inmensas masas de todas las clases sociales.
Fue un sábado cuando desde el balcón de mi apartamento, de Socorro a Calero (parroquia Candelaria) y con plena vista sobre la avenida Urdaneta de Caracas- la torre financiera Latina, en construcción, tapó luego nuestra vista- lo vi pasar raudo y veloz.
No sentí por él ni frío ni calor, yo simpatizaba con la izquierda, y con sus perdedores candidatos como José Vicente Rangel y Teodoro Petkoff. Siempre perdía mis votos, pero seguía votando así. Afortunadamente, y eso da paz a mi conciencia, nunca voté por Chávez ni por los partidos que lo apoyaron, lo consideraba –y aun hoy lo creo- un simple golpista, militar autoritario y nada revolucionario, mucho menos de ideología de izquierda ni socialista.
Ese sábado se cumplía una marcha de mujeres con CAP, vi la adoración de las féminas que por miles de miles acompañaron al aspirante presidencial, convertido poco después en uno de los mandatarios más populares de Venezuela y con gran repercusión internacional.  Todo un líder, que contó con la suerte de tener el precio del barril de crudo en alza constante.
Siendo ya presidente, me tocó cubrir los últimos meses de su mandato, y pude ver en Miraflores una visita que, según supe, hacían con cierta regularidad: en el propio despacho mirafloriano y con CAP al frente del escritorio presidencial, nada más y nada menos que a Marcel Granier y Gustavo Cisneros, para esa época cuñados y amigos.
Fue más fácil para mí atar los cabos de por qué empresarios como Cisneros, pasaron de ser exitosos, a multimillonarios. Las  compras de empresas por parte de Cisneros, en cualquier parte del mundo, repercutieron en las páginas de los diarios nacionales e internacionales.
Los allegados de CAP aprovecharon sus extraordinarias influencias y relaciones para sacar provecho económico. Creo que hubo acuerdos de ciertos sectores, entre ellos un gran diario de circulación Nacional, con sus “Notables” y todo, quienes hicieron campaña contra él –y de paso, contra los partidos políticos- con el interés de generar una atmósfera de catástrofe en el país de donde poder sacar del sombrero a un “salvador”, un Presidente “aliado” y “domesticado”.
Trabajaba en El Universal cuando se produjo el “Caracazo” y sentí la presión de la “competencia” frente a mis informaciones objetivas y neutrales sobre la situación del país, infiero que para la competencia dicha situación era terrible y ameritaba un cambio de timón en Venezuela.
En mis reseñas periodísticas sobre el Caracazo, dejé ver -porque era imposible saber la verdad de esos acontecimientos para el momento- que fueron provocados, incluso escribí que la zona bancaria por excelencia, la Av. Urdaneta –desde el Banco Central hasta numerosas agencias de instituciones bancarias- no sufrió daños durante esos cruentos sucesos.
Hoy creo que los prepararon los chavistas de entonces; a ellos se sumó la delincuencia que saqueó a gusto. Los resultados son conocidos, lo que debe saberse ahora es quiénes estuvieron detrás de esos acontecimientos.
En cuanto a la acusación que se le hizo de malversación de fondos públicos durante su segundo mandato, la raíz de todo parece estar en el uso de 250 millones de bolívares de la partida secreta, destinados a brindar asesoría y custodia a la Presidenta de Nicaragua, Violeta Chamorro.
Fuimos testigos presenciales cuando durante la presidencia de Herrera Campins, su gobierno hizo lo propio para asistir a la mandataria nica, no nos consta si se usó dinero del Estado para eso, pero sí que personal de la Casa Militar de Venezuela prestó colaboración en ese sentido. Y no se hizo escándalo ni mención del caso, simplemente quedó como un caliche más.
Sin embargo, en muchos sectores se comentaba que Gustavo Cisneros era el testaferro de Pérez, versión ésta que no ha podido ser verificada, pero tampoco desmentida.
Su partido, Acción Democrática, se sumó al coro que pedía su renuncia al cargo, y así lo decidió la mayoría en el antiguo Congreso Nacional. CAP sí aceptó la renuncia.
Personalmente, interactúe con él como reportera de El Impulso enviada a la cobertura de la firma del Tratado Torrijos-Carter, en Panamá (1979), donde si bien ya no era presidente, fue testigo invitado especialmente por su amigo el mandatario panameño Omar Torrijos. CAP había entregado el mando a Luis Herrera Campins, con quien viajamos al istmo caribeño los periodistas que cubríamos la fuente gubernamental. La noche antes del viaje, LHC había dirigido una alocución a la nación en la que la prensa  destacó en grandes titulares sus palabras: “Recibo un país hipotecado”.
Por supuesto, apenas llegamos al hotel,  todos los periodistas venezolanos nos dirigimos a la habitación donde estaba alojado el ex presidente tachirense, a quien le cayó una avalancha de preguntas sobre el tema del endeudamiento denunciado por su sucesor.
CAP, en su habitual galantería y “pantallerismo”, me invitó a tomar un trago en su habitación en horas de la noche, lo cual, por supuesto, ignoré, pero que provocó que mis colegas dijeran que el hombre me estaba “echando los perros”, como decimos los venezolanos.
Ese fue nuestro único encuentro, porque durante su segundo mandato, no cubría ya la fuente presidencial ni tuve ocasión de participar en algún evento periodístico donde él estuviera. Murió en 2010 en la ciudad de Miami, donde se había refugiado luego de sufrir aquí el rechazo de hasta sus propios compañeros de partido.

Continúa…

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