PORQUE A VECES EL PERIODISMO SE ROZA CON LA HISTORIA

sábado, 4 de agosto de 2018


LA DESAPARICIÓN DE LA CTV
OTRO LEGADO DE CHAVEZ

Thamara Nieves
4 de agosto de 2018
Enfermeros, universitarios, transportistas, trabajadores de diferentes sectores como Corpoelec, Pdvsa, entre muchos otros, protestando, en las calles, cada uno por cuenta propia, voceando consignas, en fin, vastos sectores colman Caracas y ciudades del interior de Venezuela en general, exigiendo  mayor calidad de vida, cumplimiento de los servicios públicos, salarios “dignos”, salud, comida, medicinas, agua, transporte, dinero en efectivo, seguridad, y pare de contar.
La memoria corta del venezolano no recuerda que hasta hace poco había en Venezuela un poderoso movimiento sindical y una otrora importante Confederación de Trabajadores de Venezuela (CTV) políticamente plural pero de mayoría y conducción adeca, entre otras organizaciones, como la CUTV liderada por Cruz Villegas –padre de los hermanos Vladimir, Mario y Ernesto Villegas, de orientación izquierdista, y Codesa, de inclinación copeyana, pero éstas de menor fuerza-  que se ocupaban de liderar y solicitar las soluciones para los problemas y necesidades de los venezolanos.
¿Qué pasó con ese movimiento sindical? ¿Dónde está la CTV ahora? ¿Por qué los trabajadores protestan separadamente, sin conciencia de que con la unión tendrían más fuerza y satisfacción a sus reclamos, y actúan aisladamente, cada quien por su lado?

Para una respuesta a una situación, que más que cotidiana, diaria y en casi todo el país, hay que remontarse al inicio del gobierno de Hugo Chávez, quien poco después de asumir el poder, enfiló sus baterías contra la para entonces poderosa CTV, dispuesto a “demolerla”  -del verbo demoler, como le gustaba decir-.
Desde el principio cuestionó el hecho de la poca aplicación de las reglas democráticas al no realizarse elecciones que permitieran elegir y remover su dirigencia, enclaustrada en el Comité Ejecutivo Nacional desde hacía muchos años. Muy cierto. Y hasta logró que el para el momento Consejo Supremo Electoral realizara esos comicios. Para eso -año 2002-  lanzó su propio candidato: Aristóbulo Istúriz.

Pero su poder no pasó de allí, el Negro, como lo llamaba amistosamente, fue vapuleado por el adeco Carlos Ortega, quien venía de alcanzar un resonante triunfo en Fedepetrol, cuando las federaciones sindicales tenían poder en Venezuela. Por supuesto, Chávez no reconoció esa derrota y puso todo su empeño en “demoler” a dicha organización. Ambas partes se enfrentaron abiertamente. En el interin, Chávez quitaba los aportes presupuestarios que, contractualmente debían entregar a la CTV los diferentes organismos del sector gubernamental y público en general y cualquier otro aporte financiero de otras organizaciones, al punto de que muy pronto no disponían de dinero ni para pagar la factura telefónica.
Aun así, la CTV, en alianza con Fedecámaras y otros factores de la sociedad civil, mantenían en la calle a los trabajadores. Es historia reciente los hechos del 11 de abril de 2002,  cuando acatando un llamado de la central obrera -Carlos Ortega- un millón de personas aproximadamente, desviaron su recorrido previsto para la sede de PDVSA en Chuao, hacia Miraflores, con la finalidad de apoyar a más de 20 mil empleados de la estatal petrolera, despedidos en cadena nacional y con pito en mano por el Presidente Chávez: “p´a fuera!!”, gritaba el mandatario.

 Los manifestantes, en su ruta al Palacio gubernamental pedían la salida del comandante golpista. El recorrido era largo y cada vez más nutrido y entusiasta. Los oficialistas José Vicente Rangel, Juan Barreto, Freddy Bernal, entre otros, llamaban a sus simpatizantes a defender la revolución con lo que “fuera: Piedras, palos”. Estas “armas” brillaron por su ausencia. Las que sí se sintieron, y de qué manera, fueron las de fuego, especialmente en la Av. Baralt, a la altura de Puente LLaguno.
Ví, al igual que una hermana que me acompañaba, como desde diferentes vehículos estacionados a lo largo de dicha avenida, se entregaban a personas armas y municiones, para que dispararan a los manifestantes e impidieran su llagada a Miraflores. Saldo trágico para una convocatoria a una protesta pacífica.
De allí la prisión para Carlos Ortega, hasta su asilo en la Embajada de Costa Rica, que rechazo la estadía del dirigente cetevista en su sede; luego su huida del país. Ahora se encuentra asilado en Perú.
Fue como una ráfaga de metralleta que Chávez disparo hacia la institución obrera, ya casi exangüe,  dirigida luego por Manuel Cova –falleció en 2007-. De la poderosa CTV ya no queda casi nada, incluso su emblemático edificio sede, ubicado en Quebrada Honda, está casi totalmente tomado por instituciones del oficialismo.

Inmediatamente el Régimen inició una intensa y costosa campaña internacional, para difundir su versión, nada parecida con la realidad. Pero eso fue lo que conoció el mundo, lamentablemente.
La verdad se impondrá más temprano que tarde porque: “Para la verdad el tiempo, para la justicia Dios”.

Los trabajadores continúan pidiendo sus reivindicaciones, y no se vislumbra ningún liderazgo que asuma esas funciones, huérfanas de conducción.

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